Bacalaito Evangélico
Anécdota del Bacalaito Evangélico
Varios años atrás, solía trabajar los sábados desde muy temprano en la mañana con mi padre y mi hermano en una finca. Mi padre, con frecuencia invitaba a trabajar a varios de mis tíos a la finca.
La invitación dependía del trabajo que íbamos a realizar ese día en la finca y la experiencia o destrezas de cada uno de ellos. Algunos de mis tíos eran buenos en cortando yerba, otros sembrando plátanos, otros en construcción en general como plomería y ebanistería.
Trabajábamos cortando la grama en el llano, cortando yerba mala a machete y en ocasiones con el pico, sembrando plátanos o verduras; en fin trabajando fuerte toda la mañana.
Luego de haber construido una pequeña casita y haber improvisado unos gabinetes con retazos de paneles de playwood, era necesario mejorar la apariencia y ponerle formica.
En esta ocasión estaba de invitado a Tío Tomás, maestro retirado de artes industriales en la escuela superior de Jayuya y experto en la formica.
Sin duda razonable, Tomás era el mejor y el más experimentado instalador de la formica en todo Jayuya. Ese día, yo terminé trabajando con él de asistente; mi trabajo consistió en que todo lo que él pidiera debía dárselo en las manos. Honestamente, me quedé asombrado con la paciencia y la destreza que requiere cortar y poner la formica.
Al terminar los trabajos, por lo general después de medio día, mi hermano y yo esperábamos con ansias la recompensa del día. En la carretera de Canóvanas a Juncos había un sector llamado “Country Club” y los feligreses de la Iglesia Evangélica estaban construyendo un nuevo templo, recaudaban fondos para la iglesia vendiendo “Bacalaitos” con jugos del país.
Ellos vendían los mejores Bacalaitos de Puerto Rico. Eran sabrosos, con mucho sabor y pedacitos de bacalao, y por si fuera poco estaban llenos de grasa. Era imposible comer solo uno, mi hermano y yo nos comíamos no menos de tres cada uno.
Era la primera vez para Tío Tomás, en tener el honor de probar los bacalaitos que tanto le habíamos comentados; obviamente luego de un largo día de trabajo estábamos con hambre. En aquel tiempo Tío Tomás, solía beber cervezas, en especial al terminar de trabajar o mientras jugaba dominó.
Luego de haber trabajado tanto y no haber bebido ninguna cerveza durante la mañana; Tío Tomás muy orgullosamente nos invitó a comer bacalaitos.
Al llegar al lugar le pidió a la señora diciendo: “Por Favor, déme 6 bacalaos y tres cervezas”
Inmediatamente la señora le respondió: “Señor, aquí no vendemos bebidas alcohólicas, somos evangélicos”
Tío Tomás medio molesto y con cara de disgusto le respondió:
“Pues no me dé los bacalaos, por que los bacalaos son pa’ pisar la cerveza”
Definitivamente el comer Bacalaitos es una tradición Puertorriqueña….!
Varios años atrás, solía trabajar los sábados desde muy temprano en la mañana con mi padre y mi hermano en una finca. Mi padre, con frecuencia invitaba a trabajar a varios de mis tíos a la finca.
La invitación dependía del trabajo que íbamos a realizar ese día en la finca y la experiencia o destrezas de cada uno de ellos. Algunos de mis tíos eran buenos en cortando yerba, otros sembrando plátanos, otros en construcción en general como plomería y ebanistería.
Trabajábamos cortando la grama en el llano, cortando yerba mala a machete y en ocasiones con el pico, sembrando plátanos o verduras; en fin trabajando fuerte toda la mañana.
Luego de haber construido una pequeña casita y haber improvisado unos gabinetes con retazos de paneles de playwood, era necesario mejorar la apariencia y ponerle formica.
En esta ocasión estaba de invitado a Tío Tomás, maestro retirado de artes industriales en la escuela superior de Jayuya y experto en la formica.
Sin duda razonable, Tomás era el mejor y el más experimentado instalador de la formica en todo Jayuya. Ese día, yo terminé trabajando con él de asistente; mi trabajo consistió en que todo lo que él pidiera debía dárselo en las manos. Honestamente, me quedé asombrado con la paciencia y la destreza que requiere cortar y poner la formica.
Al terminar los trabajos, por lo general después de medio día, mi hermano y yo esperábamos con ansias la recompensa del día. En la carretera de Canóvanas a Juncos había un sector llamado “Country Club” y los feligreses de la Iglesia Evangélica estaban construyendo un nuevo templo, recaudaban fondos para la iglesia vendiendo “Bacalaitos” con jugos del país.
Ellos vendían los mejores Bacalaitos de Puerto Rico. Eran sabrosos, con mucho sabor y pedacitos de bacalao, y por si fuera poco estaban llenos de grasa. Era imposible comer solo uno, mi hermano y yo nos comíamos no menos de tres cada uno.
Era la primera vez para Tío Tomás, en tener el honor de probar los bacalaitos que tanto le habíamos comentados; obviamente luego de un largo día de trabajo estábamos con hambre. En aquel tiempo Tío Tomás, solía beber cervezas, en especial al terminar de trabajar o mientras jugaba dominó.
Luego de haber trabajado tanto y no haber bebido ninguna cerveza durante la mañana; Tío Tomás muy orgullosamente nos invitó a comer bacalaitos.
Al llegar al lugar le pidió a la señora diciendo: “Por Favor, déme 6 bacalaos y tres cervezas”
Inmediatamente la señora le respondió: “Señor, aquí no vendemos bebidas alcohólicas, somos evangélicos”
Tío Tomás medio molesto y con cara de disgusto le respondió:
“Pues no me dé los bacalaos, por que los bacalaos son pa’ pisar la cerveza”
Definitivamente el comer Bacalaitos es una tradición Puertorriqueña….!
posted by El Múcaro @ 7:53 AM
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